“La
cultura no es ya sólo una superestructura sublime de signos, sino que remodela
el universo material de la producción y el comercio. En este contexto, las
marcas, los objetos, la moda, el turismo, el hábitat, la publicidad, todo tiende
a adquirir una coloración cultural, estética y semiótica. Cuando lo económico
se vuelve cultura y cuando lo cultural cala en la mercancía, llega el momento
de la cultura-mundo (Lipovetsky
& Juvin, 2011, pp. 14-15) ”
El arte,
como condición expresiva metacomunicacional también participa de esta
situación. Mientras que en algunos casos, se ha desorientado, perdiendo
lucidez, corporeidad, fortaleza comunicativa, convirtiéndose en piezas
acríticas, maquilladas en serie para ocupar un espacio comercial en el
supermercado del arte; en otros ha adquirido un carácter perturbador, comprometido,
crítico, confrontador e inquisitivo, cuestionando la nueva organización social,
tornándose en metáforas orgánicas del enfrentamiento cuerpo a cuerpo entre el
capitalismo, la modernidad inconclusa y la naturaleza humana y social.
El arte, se ha vuelto parte esencial de las
mercancías que suele mover la economía capitalista. La globalización convirtió
al signo en parte de la oferta y la demanda. Las obras artísticas se
parcelizaron en lógica del consumo, adentrándose en la mecánica de la
producción de mercancías, diferenciadas, renovadas y revestidas del glamour
mercadológico, haciendo del artista una marca que incrementa el beneficio, la
satisfacción y la gratificación. Arte, mercado y seducción; diseño, arte,
empaquetado, branding, audiencias y
comunicación son indicadores que derivan de la estetización del mundo como
señalan Lipovetsky y Serroy (2015) .
La nueva geopolítica de la información, las
redes telemáticas, los hipermedios, los medios supranacionales, las industrias
culturales han plagado el mundo de bienes idénticos, expandiendo el sector
cultural con la misma lógica del económico, en términos de rentabilidad,
mercadeo, comercialización y distribución de mercancías. Hoy estamos ante un
capitalismo cultural (Lipovetsky & Juvin, 2011) plagado de
industrias creativas, culturales, mediáticas y de entretenimiento que han
erradicado los tiempos muertos.
El sujeto se ha descentrado y en el arte busca
multiplicarse, tematizarse, espectacularizarse, convertirse en objeto de
interés para tratar de encontrar sentido a su existencia.
Bajo esa perspectiva de influencia, la presente
investigación pretende ubicar cómo el arte y la globalización hoy guardan una
relación muy estrecha; misma vinculación que se hace tangible en la obra de una
serie de artistas visuales que han ido expresando, desde hace algunas décadas, a
través de su trabajo, cómo, los distintos indicadores señalados en la Tabla 1
se hacen manifiestos[1].
Particularmente la relación entre arte y
globalización que se encontró está expresada en el Figura 2 como se puede ver a
continuación:
[1] La metodología empleada como
criterio de selección fue la siguiente: 1) construcción de macroindicadores
psicosociales que pudieran englobar los vínculos entre arte y globalización; 2)
se desagregaron los macroindicadores en función de rasgos simbólicos presentes
en las distintas narrativas audiovisuales encontradas en los textos de historia
del arte desde la década de los 80; 3) se preseleccionaron a algunos artistas
cuyo impacto global permitiera ubicar su obra como representativa de cada
indicador; 4) durante la estancia de investigación realizada en México por la
presente investigadora se visitaron más de 20 museos y galerías donde se
exponía el trabajo de artistas contemporáneos cuya obra podría estar ubicada en
cada micro indicador; 5) se elaboró una ficha de análisis para cada artista
contemplando: biografía, obra, trabajo del artista vinculado con temáticas
globalizadoras, análisis del discurso visual, comentarios hechos por críticos y
curadores; 6) se revisaron páginas web, reseñas, videos y catálogos físicos y
digitales de cada uno de los autores analizados.
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